lunes, 17 de noviembre de 2014

Entrevista a Álvaro Romero -Sección: Literatura

¡¡Buenas tardes!! 
Continuamos con la sección de literatura, esta vez con una persona ya consolidada en este mundo de las letras, Álvaro Romero, Profesor, periodista y escritor sevillano.


Reportero desde mucho antes de licenciarse, es doctor en Periodismo por la Universidad de Sevilla, donde integra un grupo de investigación. Profesor de Lengua castellana y Literatura de instituto, es también profesor asociado en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Como periodista, su firma es habitual en medios de comunicación andaluces y en revistas de ámbito internacional como Cambio16 o Cuadernos para el diálogo. Fue asesor literario para la Enciclopedia General de Andalucía (2006) y coordinador editorial para las colecciones provinciales de Sevilla, Córdoba y Jaén de esta misma apuesta de Comunicación y Turismo (C&T). Es autor asimismo de una edición crítica con propuestas didácticas de El Lazarillo de Tormes publicada por Agendas Escolares (AE). Ha publicado estudios monográficos sobre cultura y flamenco en revistas especializadas. Sus últimos libros son "Joaquín Romero Murube. El periodista en la calle"(Centro Andaluz del Libro)y "33 lugares evangélicos. De Belén a Emaús" (Editorial AE). Su última incursión en el terreno del Flamenco ha sido la obra "Pendaripén & Duende". Además, tiene un blog muy interesante llamado: "viendolasvenir".

 Rocio: Buenas tardes Álvaro, empezamos con ¿cómo te ha ido, como empezaste en éste mundo de la escritura, de la investigación, el periodismo...?


Álvaro: Me hace gracia, que preguntes como empecé en éste mundo -risas-... la escritura se empieza cuando uno quiere. No hay una carrera de escritor, un grado, ni unos estudios de investigación específicos, uno empieza a escribir, como dicen la mayoría de los escritores, por necesidad de expresarse. Con doce o treces años empecé a escribir algunos relatos,  poemas...tenía inquietudes de expresión. Recuerdo  un par de anécdotas de una revista de Los Palacios, que se llama "El Soberao". Era como el órgano principal de publicidad de la cultura del pueblo, escribían gente mayor, gente más o menos consolidada,... Les mandé un relato con catorce años y me lo publicaron en una página. Me hizo mucha ilusión y te anima a seguir escribiendo. No tenía claro qué que quería estudiar, no sabía si estudiar periodismo pero sabía qué era lo que me gustaba. Veía Los Palacios Información y pensaba que por qué no podría escribir yo ahí. Lo primero que escribí tenía que ver con la reforma de la Capilla de Los Remedios del pueblo. Contacté con el hermano mayor, y me presenté allí con mi libreta y dije que quería hacer una entrevista para el periódico, sin haber siquiera hablado todavía con el periódico. Desde una cabina llamé a la redacción, y me enteré de que no estaba en Los Palacios, sino en Dos Hermanas. Con un disquete, cogí el autobús y me presenté allí. Entregué toda la información, y me la recogieron sin pagarme nada.  A los quince días se publicó con mi firma. Me gustaba escribir y entré e periodismo porque realmente quería escribir, contar cosas, historias.

Rocio: Entonces, habrás tenido consejos buenos, y no tan buenos. Pera ti ¿cuál es el que más te ha llenado, el que más te ha podido ayudar, o el  mayor que te han dado? Con respecto a esto, a la pofesión  de periodista o como escritor.

Álvaro: Recuerdo muchos buenos consejos... pero quien me ha aconsejado mucho es Antonio Ramos Espejo (Profesor  jubilado de la Universidad de Sevilla). Es hijo predilecto de Andalucía y ha tenido una importante trayectoria como periodista y escritor. Siempre dice que cuando llegó la nueva era del periodismo: "los redactores tenían que recuperar el alma de la redacción". Una de las crisis más rotundas que hemos sufrido los periodistas es que somos como hormigas, no mandamos nada, mandan los empresarios. Les interesan el negocio, y si el negocio tiene que ver con la comunicación, pues que bienvenido sea. Los periodistas que estamos ahí más que por un sueldo,  por vocación tenían que "recuperar el alma de las redacciones". Se me quedó grabado.

Rocio: Bueno, y de tu experiencia como periodista y escritor, ¿Qué es lo más gratificante, lo que más te llena?

Álvaro: Tengo una experiencia un tanto variada, porque he sido periodista de planta, periodista de redacción, redactor jefe de un periódico pequeño de Sanlúcar de Barrameda, y he tenido la experiencia de tener bajo mi cargo a gente. No es lo mismo ser redactor, que ser "jefecito". También he sido investigador de periodistas. Como redactor, lo más interesante, o lo más gratificante es que la gente te agradece las historias, eso es lo que más valoro. Aunque a veces te digan todo lo contrario, que has dado un dato que no es, que algo no ha gustado..., es lo que tiene la libertad de expresión, la libertad de prensa. Una de las funciones del periodista es decir lo que algunos protagonistas no quieren escuchar, sobre todo, determinados protagonistas "poderosos" que tienden a ser o empresarios o políticos. El periodismo tiene una labor de fiscalización de la agropolitica. Si no se contara lo que hacen o no hacen, ésto no sería una democracia. El periodismo es parte sustancial de la democracia. El periodista que más he estudiado es Joaquín Romero Murube, que no era considerado así, sino poeta. Hice una tesis doctoral después de hacer las oposiciones a profesor. Es complicado, por que tienes que decir algo que no haya dicho nadie, al menos un matiz, y a Romero Murube ya lo habían tocado, incluso se le había hecho una tesis por el año 76.

Rocio: ¿Podrías decir que él era tu principal referente?

Álvaro: No, para estudiar periodismo no fue mi principal referente, porque yo lo conocí tarde, yo ya era periodista.
A la hora de hacer la tesis había que buscar algo nuevo y yo a Romero Murube lo tenía cercano porque había nacido en Los Palacios. Había desenvuelto su vida en Sevilla y me llamaba la atención. En Los Palacios y el entorno sevillano, se empeñan mucho en considerarlo un poeta de primera talla, a la altura de Lorca, Alberti, lo que me llamaba la atención. Cuando me acerco a los libros de Romero Murube, los que no son de poesía, sino de ensayo -por ejemplo ‘’Los cielos que perdimos’’ o ‘’Memoriales y divagaciones’’- veo que ahí hace mucho periodismo, habla de la calle, habla de la realidad. Él no comía ni de la poesía ni del periodismo porque es conservador del Alcázar de Sevilla. Escribe porque tiene el gusanillo de escribir,  en los periódicos, artículos de opinión. La sorpresa viene cuando me voy a la hemeroteca, leo sus artículos de los años veinte y me doy cuenta de que me suenan incluso literalmente. Esos artículos son los mismo libros; los libros están hechos con girones de periódicos que él había escrito.
Me di cuenta de que si Romero Murube es alguien en Sevilla en aquel momento, no es por escribir poemas ni libros; lo es porque escribe conforme venden los periódicos. Esa es la esencia de mi tesis doctoral; después resumí y escribí el libro de “Joaquín Romero Murube, el periodista en la calle”.

Rocio: ¿Se puede decir que lo que más te gusta es el tema de la investigación en este ámbito no?

Álvaro: Lo que más me apasiona es escribir, pero la investigación también requiere la escritura y sobre todo la investigación universitaria.
Ésta combinación es interesante, me apasiona mucho. He hecho varias ediciones criticas de libros, y ahora trabajo en el que creo que es el libro de cabecera de Joaquín Romero. Y digo que es lo del principal libro no porque esté inspirado en Los Palacios, sino porque tan solo menciona el nombre del pueblo una sola vez. Aparecen cosas de Los Palacios que se pueden identificar, y es  fundamentalmente una elegía.  Romero Murube era muy lamentador de lo que se ha perdido, muy nostálgico y en ‘’En un pueblo lejano’’ creo que se resume toda la esencia de lo que él escribe de una manera muy idílica.
Cualquier escritor grande de los que conocemos se ha inspirado en algo de la realidad, pero la grandeza del personaje no es que coincida con un personaje que vivió hace cincuenta años, sino que lo ha convertido esa persona en un personaje y atiende a emociones en cualquier latitud del mundo. Lo que quiero hacer con una editorial es la publicación de “Pueblo lejano” pero con un estudio intenso, más o menos igual de largo, aclarando todas las cuestiones y matizándolas. Este año se cumplen sesenta años de la publicación del libro,  y lo que intentaré será de aquí a principio de años, sacar la edición crítica al igual que la hice con “El Lazarillo de Tormes”.

Roció: Para terminar, y relacionar con el consejo que le dio Antonio Ramos, ¿qué le dirías a todas aquellas personas que están empezando?
Álvaro: Me preocupa y me enfada mucho esa obsesión de todos por especializarse. No ya en sentido de todo el mundo, sino de las administraciones y de las empresas. Todo esto lo digo en general, pero el mundo del periodismo es especialmente significativo porque el periodista no es un especialista en nada, es un traductor de las especialidades. El periodista tiene que entender y tratar de hacer un ejercicio interpretativo de todo; el periodista está frente a todo, a la realidad. Los que se dedican a una cosa tienen la dedicación de que se dedican a eso. La ventaja del periodismo es que te puedes dedicar a todo sin ser especialista en nada pero la labor de traducirle a la gente de la calle es fundamental. Aconsejo a la gente que está empezando es que no se encasille en una sola cosa, sino que hable de todo y se interese por todo. Porque ese concepto humanista de interesarse por todo creo que es muy importante, y el que mejor cuente las cosas es el que la va a contar. 

Rocio: Podemos decir que llegamos a un punto de infoxicación, que de tanta información estamos un poco saturados.
Álvaro: Sí, el año pasado participé yo en un congreso de infoxicación en la facultad y llevé una ponencia de la infoxicación en el sentido de contaminación de la información, Por ejemplo, en los niños se puede observar, pues actualmente están saturados de tecnologías y infoxificados de información mala debido a lo que se cuelga en internet y en los propios medios de comunicación, están creciendo en un entorno con gran cantidad de dibujos animados "frikis y violentos", en todas las pantallas, no sólo en internet. La adicción ha cambiado, no es la misma la que se tiene con quince años que con veinte a las nuevas tecnologías, ni se utilizan de la misma manera.

``LOS PALACIOS Y VILLAFRANCA.- El profesor y periodista palaciego Álvaro Romero Bernal ha presentado su nuevo libro “33 lugares evangélicos. De Belén a Emaús”, obra que repasa los territorios más relevantes en la vida de Jesús de Nazaret, en el marco del X Ciclo Cultural de la Hermandad del Rocío de Los Palacios y Villafranca...´´ 

Aqui podreis encontrar su libro: ``33 lugares evangélicos. De Belén a Emaús´´
http://www.casadellibro.com/libro-33-lugares-evangelicos-de-belen-a-emaus/9788493837792/1945935

"Joaquín Romero Murube. El periodista en la calle" http://ocio.elcorteingles.es/libros/libro/joaquin-romero-murube-el-periodista-en-la-calle-9788488067098



  • Reseña sobre Joaquin Romero Murube.



Joaquin Romero Murube (Los Palacios y Villafranca, 1904 - Sevilla, 1969) fue escritor y poeta andaluz, además de director de los Reales Alcázares de Sevilla. Inicialmente. Su producción se insertó en las corrientes modernista y clasicista, para derivar más tarde hacia tendencias arabizantes (Kasida del olvido, 1945; Tierra y canción, 1948). Fue también un fino y elegante prosista:Sevilla en los labios (1938) y Discurso de la mentira(1943).


En 1924 apareció Prosarios, su primer y aún modernista libro de prosa poética, donde, junto a la influencia de los ismos contemporáneos, se aprecia cierto clasicismo formal. En 1926 fundó la revista Mediodía, de la que fue redactor jefe. Inscribe su siguiente libro, Sombra apasionada(1929)
Desde 1934 desempeñó la función de director conservador de los Reales Alcázares de Sevilla. En 1935 organizó una lectura del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca, a cuya trágica muerte aludió en su libro Siete romances (1937).
Discurso de la mentira (1943) fue un libro de posguerra desviado hacia la vertiente poética, evocadores de cosas y tiempos pasados a través de una nostalgia sevillana que recuerda al Bécquer de las Leyendas: Ya es tarde (1948), Memoriales y divagaciones (1950), Pueblo lejano (1950) y Los cielos que perdimos (1959). En cuanto al verso, escribió algunos otros libros Canción del amante andaluz (1941) Kasida del olvido (1945) y en Tierra y canción (1948).



Muchísimas gracias Álvaro, y ya sabes, aquí tienes nuestro micrófono abierto para ti. 

A nuestros lectores, pronto nos leeréis de nuevo.


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